En los hombres ocurre exactamente lo mismo. Para las mujeres orientales, acostumbradas a los hombres lampiños, un hombre velludo (de pelo en pecho) es lo máximo para su excitación. De forma que tener o no tener vello, siempre es un buen punto de partida como elemento erótico. Cuando se tienen pelos o vellos, y hay que quitarlos en pareja, pueden ocurrir cosas buenas y muy excitantes.
Lo puedes tomar como un juego que incluye aseo y erotismo en pareja: Se trata de depilarse mutuamente el uno al otro, en las zonas que decidan; por supuesto las zonas genitales pueden ser las más interesantes de este juego. Que el hombre embadurne la vulva de la mujer como espuma jabonosa y luego pase con mucho cuidado la afeitadora (o rastrillo) es una escena hermosa y erótica entre dos amantes.
Lo mismo le debe pasar a ella con el pubis masculino, como ganancia el pene parecerá un poco más grande y es casi seguro que al final este excitado. E igualmente puede hacerse con las piernas y las axilas. Todo se trata de consultarse y llegar a un común acuerdo. Esto incluye una degustación posterior y si hay irritación calmarla con la lengua del amante, pues no hay mejor “calmante” para estos ardores.
Los beneficios psicológicos de esta experiencia es que la seducción puede ser una simulación para encantar al otro, o a la otra. Cuando se comparte algo tan íntimo como el vello corporal que existe y que eliminas y que eliminas en pareja, se establece un cierto vínculo de complicidad y erotismo que no se iguala. Se está renunciando un poco a las apariencias, se comparten algunas simulaciones, hasta ahora secretas y de pronto la pareja es otra para ti, porque fabricamos un fetiche juntos, sabiendo que somos nosotros mismos