Una vez que lo tengas dominado y atado, enséñale a usar su boca, para que saboree, lama, chupe y bese todas y cada una de las partes de tu cuerpo. Lo único que debes hacer es ponerle al alcance de su boca cada rincón de tu cuerpo que quieras que toque. Si quieres que succione tus pezones, no te limites a cercarlos a su boca, si no que suavemente hazle cosquillas con ellos alrededor de los labios, la nariz o la barbilla.
Conviértelo en tu juguete favorito, haz con él lo que tengas ganas. Siéntate sobre su cara y contorsiónate. Acaríciale, chúpale y bésale todo el cuerpo; querrá comerte y no podrá, pues esta maniatado, y se verá obligado a hacerte el amor con el resto de su cuerpo. Frotara su cuerpo contra el tuyo, te acariciara con la planta de los pies y lamerá tu espina dorsal. Es decir, encontrara mil y una posibilidades, y cuando resuciten después de este éxtasis, pídele que también ate tus manos.
También puedes proponerle un reto orgásmico: Si crees que él es suficientemente competente, sugiérele este juego: quien primero tenga un orgasmo pierde y tiene que invitar a cenar, pagar una suma de dinero o algún otro premio. Para que quiera jugar debes motivar su ego, los hombres no se resisten a los retos y mucho menos si son sexuales. Haz todas las trampas que puedas y dile en sus oídos las mejores obscenidades y descríbele situaciones muy pervertidas. Juega con él en público, por teléfono o solos en casa. También puedes añadirle ingredientes como plumas, vibradores, frutas y películas porno. Tú eliges, pero antes de decidir quién comienza el juego o que componentes vas a utilizar para jugar al reto orgásmico, piensa bien si estas dispuesta a perder o a ganar.